Es parte de la fama de las criptomonedas que las regulaciones siempre han sido mínimas. Incluso cuando un gobierno ha querido tener más control sobre ellas, sólo termina generando procesos más largos y complicados para las plataformas de comercio, pero al menos para quienes pueden crear sus propios nodos o para quienes trabajan en redes privadas, dichas regulaciones no tienen efecto.
Es interesante pensar que acudiendo a un banco podríamos encontrar numerosas trabas para formalizar una cuenta, incesantes trámites, requisitos, recomendaciones, tiempos de espera... Sin embargo, para formar parte del movimiento de las criptomonedas no hace falta mucho más que un dispositivo conectado a internet.
Aunque suene bien decirlo así, hoy en día sí existen regulaciones para las criptomonedas y cada vez hay más intentos por parte de los gobiernos de controlar el movimiento de las mismas. A principios de este año, el Presidente de los Estados Unidos de América, Joe Biden, firmó una orden ejecutiva que pretende supervisar y perfilar las políticas sobre los activos digitales, y también evaluar la posible creación de una moneda digital propia. Aunque esta orden ejecutiva no introduce nuevas regulaciones ni proporciona a las agencias reguladoras la posición de la administración sobre qué regulaciones, en concreto, deben adoptar, sí deja entrever el creciente interés y preocupación de las agencias gubernamentales.
Poco a poco, diferentes gobiernos a diferentes ritmos han estado tratando de poner algo de "orden" en la esfera de las criptodivisas, ya sea para fomentar y hacer que las criptodivisas sean más seguras y libres de estafas, o para desalentar y prohibir completamente la aplicación de las criptodivisas en todas sus formas.
Las criptodivisas como alternativa
Tal es el caso de países en crisis como Rusia, Venezuela y Argentina, que han recurrido al uso de criptodivisas como escape de la crisis financiera, la debilidad de la moneda fiduciaria y las sanciones económicas. Y si bien se tiende a verlas como un escape de las justas sanciones también está el caso de Ucrania y cómo muchos han salido adelante gracias al movimiento irregular de las criptodivisas.
Así que durante mucho tiempo las regulaciones mínimas han sido un verdadero atractivo por razones muy positivas. Personas que antes no podían tener una cuenta bancaria o enviar dinero a sus familiares en el extranjero lo hacían gracias a las plataformas de intercambio, grandes contratos o compras significativas se lograban en un par de horas sin tener que pasar por el exagerado escrutinio de una institución bancaria, artistas y creadores de contenido vendían su arte exclusivo directamente sin buscar el respaldo de gestores, asesores financieros y abogados.
Sin embargo, no todo lo relacionado con las regulaciones es malo. De hecho, las agencias reguladoras tienen en realidad las mejores intenciones. Se han creado para proteger a los consumidores del riesgo de situaciones financieras peligrosas y depredadoras. Algunos pretenden acoplar la libertad práctica del uso de la criptodivisa con normas de seguridad estándar para evitar, por ejemplo, el blanqueo de dinero, la malversación, la financiación de actividades ilegales, o incluso algo más sencillo como impedir que se compre o venda a una persona con un nombre o una razón social falsos.
Así que sólo queda trabajar en idear soluciones que mitiguen las exageradas y cada vez más complejas normas regulatorias que los organismos gubernamentales están implementando, y al mismo tiempo generar procesos de afiliación seguros y sencillos para ofrecer más transparencia y seguridad en general, sin quitarle a las criptodivisas esta característica tan arraigada.
Mary Schwartz